Chile | 11 min | Sin Diálogos
En un desolado y aparentemente deshabitado lugar, un extraño ser deambula. En su errante camino se encuentra con un horrible hallazgo: un bosque donde no hay árboles, sino cruces. Ya en este tortuoso purgatorio, cruda alegoría del martirio cristiano, este pobre y contrahecho personaje experimentará el doloroso significado de la compasión y el sufrimiento.
"(...) “La Cruz”, del realizador chileno Álvaro Rozas (1979- ) nos presenta el derrotero de un ser de aspecto humanoide por un paisaje árido y bucólico donde el sol hace fuerza por imponerse a la densidad que flota en el aire. Y el caminar de aquel ser de manos demasiado humanas, finaliza en un aterrador Gólgota de cruces desproporcionadamente altas y aterradoras.
Hará falta que le den click al video para poder saber qué significado le encuentra cada uno a la sangre de ese crucificado que impide a aquel ser extraño ayudarlo y, tal vez así, convertirse en su salvador. La alegoría de un Cristo sufriente y la inicial impotencia del humanoide frente a la empatía del que se encuentra crucificado, se magnifican con la música de Rubén Sottolichio.
El vagar sin rumbo completamente desnudo como sinónimo de libertad y, sin embargo, dando a entender todo lo contrario; la llegada a un Gólgota que puede convertirse en uno personal y la posibilidad de, al fin, redimirse salvando -o al menos intentando salvar- al -quizás- salvador de otro. Un círculo de redenciones que puede prolongarse infinitamente como las cruces que aparecen en aquel inhóspito lugar. Un corto que, a mi entender, deja pensando, molestando. Y eso es lo importante del arte: que pique, que moleste, pero que nunca termine, que no se olvide de un instante a otro. (...)" (La Bruma)
"(...) “La Cruz”, del realizador chileno Álvaro Rozas (1979- ) nos presenta el derrotero de un ser de aspecto humanoide por un paisaje árido y bucólico donde el sol hace fuerza por imponerse a la densidad que flota en el aire. Y el caminar de aquel ser de manos demasiado humanas, finaliza en un aterrador Gólgota de cruces desproporcionadamente altas y aterradoras.
Hará falta que le den click al video para poder saber qué significado le encuentra cada uno a la sangre de ese crucificado que impide a aquel ser extraño ayudarlo y, tal vez así, convertirse en su salvador. La alegoría de un Cristo sufriente y la inicial impotencia del humanoide frente a la empatía del que se encuentra crucificado, se magnifican con la música de Rubén Sottolichio.
El vagar sin rumbo completamente desnudo como sinónimo de libertad y, sin embargo, dando a entender todo lo contrario; la llegada a un Gólgota que puede convertirse en uno personal y la posibilidad de, al fin, redimirse salvando -o al menos intentando salvar- al -quizás- salvador de otro. Un círculo de redenciones que puede prolongarse infinitamente como las cruces que aparecen en aquel inhóspito lugar. Un corto que, a mi entender, deja pensando, molestando. Y eso es lo importante del arte: que pique, que moleste, pero que nunca termine, que no se olvide de un instante a otro. (...)" (La Bruma)
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