Canadá | 15 min | Sin Diálogos
Un bello relato animado que cuenta la historia de una silla mecedora desde su creación hasta su fin, todo a través de las tradiciones y la música de un Québec que cambia a la velocidad con que esta mecedora cambia de manos.
Con este corto Crac! de Frédéric Back, nos encontramos con uno de los lugares míticos en la geografía de la animación. Se trata, ni más ni menos, que de la NFB (National Film Board) de Canadá,
que desde aproximadamente 1940 ha financiado multitud de cortos
animados, que sin la intervención de esa institución jamás podrían haber
llegado a realizarse, por ser, en general, demasiado experimentales o
simplemente no estar dirigidos a un público mayoritario (entiéndase por
mayoritario el mínimo común denominador, tan motivo de orgullo ahora
entre muchos críticos de vanguardia).
Una labor, la de la NFB, que ha
permitido la creación de un buen puñado de obras maestras y a
personalidades no menos míticas de la animación, como es el caso de Frédéric Back,
poder desarrollar su obra, lo cual debería bastar para callar a tanto
enemigo del cine subvencionado, que no acaba de comprender lo que se
habría perdido sin esos apoyos monetarios...
Pero dejando atrás estas consideraciones políticas y volviendo a Frédérick Back, hay que decir de él que es un animador tan mítico como la propia NFB,
debido a su particular y originalísimo modo de animar, pobremente
ilustrado en las capturas que encabezan esta entrada. Como puede
apreciarse, Back es
eminentemente pictórico, de manera que cada fotograma suyo puede
calificarse de pintura animada (pastel en este caso). Un camino que, a
pesar de su llamativa belleza es especialmente peligroso cuando se
traslada al cine, ya que el estatismo de la pintura puede contaminar la
obra cinematográfica y convertirla en una mera sucesión de diapositivas.
No éste es el caso, sin embargo. Back se las arregla para sortearlo habilmente al dejar cada uno de sus fotogramas en el estado de inacabado preciso para que, sin impedir la lectura de los representado, le permite transformar una pintura en otra, transitar sin problemas ni saltos, de forma natural. Una estilización que le viene de su fascinación por la niñez, de su inocencia e imaginación, y que le permite conseguir el máximo de expresividad con el mínimo de trazos.
No éste es el caso, sin embargo. Back se las arregla para sortearlo habilmente al dejar cada uno de sus fotogramas en el estado de inacabado preciso para que, sin impedir la lectura de los representado, le permite transformar una pintura en otra, transitar sin problemas ni saltos, de forma natural. Una estilización que le viene de su fascinación por la niñez, de su inocencia e imaginación, y que le permite conseguir el máximo de expresividad con el mínimo de trazos.
Una sencillez que se contagia a su temática, puesto que Crac!
no es otra cosa que un apretado resumen de la historia del Canadá,
narrada desde el punto de vista de la mecedora construida por un
artesano y que es utilizada por diferentes miembros de la familia a lo
largo de sus vidas. Un tema serio que Back narra,
como digo con la mayor sencillez, al entrecruzar con esa historia
íntima, las músicas y las leyendas populares, lo cual le dota de una
alegría y una resonancia realmente inusitadas, al convertir a lo trivial
en esencial, y al despojar a esa esencialidad de cualquier atisbo de
seriedad, como si lo importante de la vida estuviera en disfrutarla al
máximo, sin prisas como si no fuera a tener fin... (Caminando en círculos)
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